martes, 26 de junio de 2012

Huelga textil de Rio Blanco, México (1907)


A continuación dos artículos sobre los sucesos y el contexto de la huelga y la masacre de Rio Blanco, Mexico. El primero de Paola Guzmán, profesora de Preparatoria Abierta. Publicado en “México historia de un pueblo/S.E.P.” El segundo es una reseña del libro de Alfonso Torúa Cienfuegos, “El magonismo en Sonora (1906-1908): Historia de una persecución” realizada por Gerardo Peláez Ramos en el sitio de la agencia de noticias La Haine (lahaine.org).



“1907 - Inicio de la huelga de Río Blanco, Veracruz”
Paola Guzmán

Los abusos de las tiendas de raya y las casas de empeño, los exiguos salarios, la discriminación y despotismo con que eran tratados los obreros; las multas y prohibiciones establecidas por los patrones, fueron causas que originaron el movimiento obrero en Río Blanco, Veracruz.
Debido a las condiciones de explotación que sufrían los obreros, en Orizaba, Veracruz se organizaron integrando un grupo que se denominó "Círculo de Obreros Libres", dirigido por antiguos integrantes del Partido Liberal, en el que participaban los hermanos Flores Magón.
A este grupo se unieron los trabajadores textiles de la región de Puebla y del centro de Veracruz con la finalidad de lanzarse a la huelga, que inició el 3 de diciembre de 1906 y en ella participaron más de 6 mil trabajadores. Como consecuencia, las condiciones de los obreros de Santa Rosa, Orizaba y los de Río Blanco se tornaron más difíciles.
Para solucionar el conflicto, los obreros nombraron como árbitro al presidente Porfirio Díaz, cuyo fallo fue en contra de las demandas planteadas, y así los trabajadores continuaron la huelga.
La mañana del 7 de enero de 1907, los obreros se postraron frente al edificio de la fábrica sin entrar a trabajar. Un empleado de la tienda de raya dio muerte a uno de los huelguistas. La reacción de los obreros fue atacar con piedras la llamada "Casa Azul" y amotinados saquearon la tienda de raya, dando muerte a los dependientes.
El pronunciamiento de Río Blanco, al igual que el de Cananea, en 1906, fue reprimido por las autoridades. Sofocada la huelga fueron fusilados los dirigentes, entre ellos, Rafael Moreno, presidente del Círculo y al secretario del mismo, Manuel Juárez.
Las acciones de los obreros de Cananea y Río Blanco tuvieron repercusiones, no sólo a nivel nacional sino también internacional. Los movimientos de referencia están considerados como los precursores del movimiento obrero mexicano.
El art. 123 constitucional regula las relaciones obrero-patronales.


Deuda obrera
"La armonía entre los intereses de la clase obrera y los de los industriales constituye actualmente un problema delicado que por desgracia explotan algunas personas mal intencionadas; pero el gobierno está pendiente de la situación y si, contra todas las previsiones y contra todos los antecedentes de la clase obrera mexicana, llegasen a producirse nuevos disturbios, el ejecutivo continúa dispuesto a hacer respetar los derechos de todos y a mantener el orden público".
Con estas palabras concluyó Porfirio Díaz su informe presidencial acerca de los acontecimientos sucedidos en Río Blanco, Veracruz, el 7 de enero de 1907. Aquellas personas "mal intencionadas" a las que se refería el dictador fueron miles de trabajadores que se lanzaron a la lucha heroica para acabar con la explotación de que eran víctimas. En ese entonces perdieron la batalla, de modo que el tutelaje de Díaz siguió pesando sobre sus hombros.
Durante los treinta años del Porfiriato se dio un fuerte impulso a la industria manufacturera en México. Esto, al costo de que muchos hijos del pueblo fueran explotados en las fábricas, las cuales estaban fundamentalmente en manos de extranjeros. Los trabajadores cumplían jornadas de doce y catorce horas diarias, en las que realizaban gigantescas cargas de trabajo en condiciones insalubres.
No obstante, al mismo tiempo, la concentración de miles de trabajadores bajo un mismo techo permitió que éstos se organizaran en la lucha por sus reivindicaciones de clase.
La industria textil fue una de las más importantes y desarrolladas; asimismo fue quizá la que conservó a los obreros más combativos y radicalizados, aún veinte años después de la revolución de 1910. La lucha de los obreros textiles en 1906 cristalizó en una huelga nacional de la industria en la que se vieron involucrados los estados de Puebla, Veracruz, Tlaxcala, Querétaro, Jalisco y el Distrito Federal. Este movimiento se forjó con la influencia innegable del Partido Liberal Mexicano y de las ideas anarquistas de los hermanos Flores Magón.
Los acontecimientos de Río Blanco, Veracruz, síntesis dramática de la lucha de los trabajadores textiles, constituyeron el episodio más sangriento de una larga tradición de organización sindical, después de la masacre perpetrada a los mineros de Cananea. Poco se conoce de estos obreros. Sólo se sabe de "los mártires de Río Blanco y Cananea", de su sangre derramada en aras de la libertad. Sin embargo estos héroes, de los que sólo quedan en la memoria popular los nombres y fecha de muerte -en el mejor de los casos-, junto con miles de seres anónimos tuvieron una vida cotidiana y una particular forma de pensar. Con los obreros del Río Blanco, la clase obrera tiene una gran deuda.



Reseña: "El magonismo en Sonora. 1906-1908"
Gerardo Peláez Ramos

En la historia de la izquierda mexicana existen tres personajes a quienes la industria editorial les ha hecho justicia: Ricardo Flores Magón, Vicente Lombardo Toledano y José Revueltas. Del primero se han reproducido los documentos principales del Partido Liberal Mexicano, la edición facsimilar de Regeneraciónen su primera época, los artículos , obras de teatro y otros textos del más destacado anarquista mexicano, la selección de materiales de Regeneracióny otras publicaciones magonistas, y, en fechas recientes, avanza a buen paso la edición de sus obras completas.
Del segundo se han publicado en el último vicenio más de 60 tomos de su enorme producción teórica, sindical, política y periodística, en sus Obras completas y en su llamada Obra histórico-cronológica, además de la edición de libros sueltos por parte de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Politécnico Nacional, la Cámara de Diputados, la Universidad Obrera de México “Vicente Lombardo Toledano”, el Partido Popular Socialista y otras instituciones y organizaciones.
Del tercero, los diversos grupos espartaquistas de la segunda mitad del siglo XX publicaron en ediciones rústicas y mimeografiadas sus más famosos textos políticos, mientras que editoriales comerciales lanzaban al público sus novelas y cuentos; Ediciones Era emprendió la tarea de editar sus Obras completas.
Los trabajos de recuperación, ordenamiento y edición de antologías del PLM, Ricardo Flores Magón, Librado Rivera, Práxedis G. Guerrero y Enrique Flores Magón; de facsímiles de periódicos anarquistas, y de algunos textos de Diego Abad de Santillán, Chantal López, Omar Cortés, Eugenio Martínez Núñez, José Esteves y otros autores sobre el anarquismo mexicano, la Casa del Obrero Mundial y el movimiento obrero de nuestro país de fines del siglo XIX y principios del siglo XX, las desarrollan con grandes logros Ediciones Antorcha y sus promotores, Chantal López y Omar Cortés.
En cuanto al abordaje del pensamiento y la acción del magonismo puede afirmarse, con total objetividad, que no hay año en que no se produzcan libros, tesis profesionales y de grado, folletos y artículos que tratan del PLM, la prensa, las acciones armadas, las huelgas de Cananea y Río Blanco, la relación entre los magonistas y el movimiento indígena, Práxedis G. Guerrero, Librado Rivera y los hechos de Baja California en 1911, además de la elaboración de escritos de autores extranjeros sobre Ricardo Flores Magón, que parece ser es el anarquista latinoamericano más popular y conocido. Este tratamiento del magonismo está antecedido por las obras tan leídas y citadas de Salvador Hernández Padilla, Diego Abad de Santillán, Javier Torres Parés, Ethel Duffy Turner, Boris T. Rudenko y otros destacados autores.
En la producción bibliográfica sobre el PLM cabe resaltar El magonismo en Sonora (1906-1908). Historia de una persecución, de Alfonso Torúa Cienfuegos, reeditada recientemente por dos editoriales libertarias. La obra incluye los siguientes capítulos: El magonismo; El PLM en Sonora, 1906-1908; Fernando Palomares, un indio mayo en las filas magonistas; Javier Buitimea: un indio yaqui en las filas liberales, y Autoridades de Sonora y Arizona contra los magonistas.
Torúa Cienfuegos expone cómo del anticlericalismo se pasa, en marzo de 1901, “al ataque frontal en contra de la dictadura, a la prensa semioficial y al personalista y antidemocrático partido de los científicos”. (p. 21) Luego establece que para noviembre de ese mismo año, en un manifiesto el Club Ponciano Arriaga discute los problemas agrario y laboral, así como la deportación de los yaquis al Valle Nacional, en el estado de Oaxaca.
El autor percibe de manera acertada la evolución hacia el anarquismo del PLM, pero caracteriza equivocadamente a este partido cuando sostiene que “al principio, el PLM no pasó de ser un partido socialdemócrata”. Esta tesis es insostenible, pues el PLM inicialmente era un partido liberal, no socialdemócrata. No sobra decir que la socialdemocracia, a principios del siglo XX, además de que incluía en sus filas a los bolcheviques rusos, los tesniakí (socialistas estrechos) búlgaros, los tribunistas holandeses y otros revolucionarios marxistas, como partido, incluidas sus franjas reformistas y revisionistas, planteaba el socialismo como meta, su adhesión al marxismo y se consideraba internacionalista. El Partido Liberal Mexicano evolucionó del liberalismo juarista, no de la socialdemocracia, hacia el anarquismo.
En la obra se señala cómo arriba el PLM a la conclusión de la necesidad de la revolución, de la lucha armada. Y luego se explica la visión magonista de la revolución: “…La solución que planteaba era que a medida que los revolucionarios fueran tomando pueblos, haciendas y rancherías, se comenzara a expropiar tierras, fábricas y todos los bienes de capital, sin esperar a que se reuniera un Congreso a decretar leyes que hicieran posible la expropiación”. (p. 33)
En el capítulo 2, “El PLM en Sonora, 1906-1908”, Torúa afirma que las fuerzas insurreccionales del PLM son conocidas como focos guerrilleros. No es así. La teoría y práctica del foco guerrillero en Perú, Venezuela, México y otros países de América Latina arranca de una lectura parcial y limitada de la Revolución cubana, concepción elaborada por Regis Debray, Carlos Marighella y otros autores; pero con todo y sus deformaciones hay que reconocer que el foco guerrillero se proponía la toma del poder político. Ahora bien, la lucha armada de masas implica necesaria y forzosamente la insurrección popular, que puede dar inicio con la autodefensa armada, al estilo de la experiencia de Lucio Cabañas en la sierra de Atoyac, Guerrero, y, sobre todo, de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia que transitan claramente de la autodefensa armada hacia la constitución de un verdadero ejército con miles de combatientes y zonas geográficas bajo su control. Es obvio que los magonistas no eran foquistas.
En relación con el Grupo Douglas del PLM, el historiador explicita su carácter mayoritariamente obrero.
En las páginas dedicadas a la histórica huelga de Cananea, el estudioso esclarece que el magonismo se proponía organizar un levantamiento armado y no la realización de una huelga. Los datos que aporta avalan esta tesis. También incluye en este apartado el descontento y la protesta de los rancheros y comerciantes de la región en contra de la empresa imperialista de Greene.
Como resultado de la paralización de actividades en las minas, Torúa concluye: “En Cananea, después de la huelga quedó un panorama desolador para los magonistas y para la sociedad en general. Los obreros no obtuvieron el aumento de salario que pedían, ni su carga de trabajo fue reducida y la organización del sindicato se postergaría hasta ya entrados los años treinta. Los otros sectores de la sociedad tampoco lograron acabar con el monopolio y el control de la economía ejercidos por Greene. Para los magonistas todo resultó en un tronante revés ya que no echaron a andar su maquinaria revolucionaria y el movimiento se diluyó entre las intricadas redes de espionaje que el gobierno les tendió…” (p. 48)
En la obra se desmitifica el rol de Esteban Baca Calderón y Manuel M. Diéguez.
Las amplias labores de espionaje, provocación y represión de los gobiernos de la Federación, el estado y los municipios son abordadas en forma clara y precisa, con una buena documentación de archivo.
Al mayo Fernando Palomares se le consagra un capítulo del libro reseñado. Aquí son narrados y analizados el proyecto mexicano de colonización, el socialismo utópico de Topolobampo, Sinaloa, encabezado por Albert K. Owen, y la posible influencia de ese experimento en la formación ideológica del futuro dirigente indígena magonista. En 1904 Palomares entró en relación con militantes del PLM y se convirtió en agente de El Hijo del Ahuizotey de Excélsior. Después también fue distribuidor de Regeneración, ya editado en Estados Unidos. En Tucson, Arizona, el dirigente mayo editó El Defensor del Pueblo, y recorrió las comunidades mineras de ese estado norteamericano, en compañía de Manuel Sarabia, Práxedis G. Guerrero y Lázaro Gutiérrez de Lara, distribuyendo propaganda liberal e incorporando militantes al PLM.
En 1906, Palomares se trasladó a Cananea, donde trabajó en la tienda de raya, quizá por su dominio del idioma inglés.
Como otros magonistas, Palomares participó en el movimiento de huelga de los mineros. Derrotada la huelga, el líder mayo ante la amenaza de ser arrestado, huyó a Douglas, Arizona. En Estados Unidos difundió el Programa del PLM y desarrolló diversas actividades propagandísticas y organizativas. En 1907 cumplió tareas revolucionarias en Baja California, la cual recorrió ampliamente. En mayo de 1908 editó con Juan Olivares el semanario Libertad y Trabajo.
En 1910 Fernando Palomares y Pedro Ramírez de Caule fueron encargados por la dirección liberal de preparar la insurrección en Baja California. Escribe Torúa: “El 29 de enero de 1911 un grupo de 17 libertarios atacaron y ocuparon Mexicali. Fernando Palomares, Caule y Jiménez dirigieron las operaciones militares, pues eran ellos los que conocían mejor el terreno, además de que contaban con el nombramiento de delegados especiales del PLM en la zona. Los liberales avanzaron sobre Tecate y Tijuana, permaneciendo en el estado [territorio] de Baja California, por espacio de 6 meses, teniéndolo que abandonar cuando fueron derrotados por las fuerzas maderistas comandadas por Celso Vega”. (pp. 59-60)
Fernando Palomares fue detenido en El Paso, Texas, el 2 de diciembre de 1911, siendo procesado y condenado a un año con un día en la prisión de Leavenworth. Fue liberado en febrero de 1913. Continuó actuando en las filas magonistas. Murió el 10 de diciembre de 1951.
En un apartado de este capítulo es descrita la persecución de que fue objeto el líder mayo por parte de las autoridades federales, estatales y municipales en el estado de Sonora en 1908, transcribiendo varios telegramas muy ilustrativos, pero Palomares logró escapar.
El capítulo 4 trata sobre Javier Buitimea, un indio yaqui. Torúa escribe algunos sustanciosos párrafos acerca de las relaciones entre el PLM y los yaquis.
Parece ser que Buitimea fue nombrado delegado del PLM en Sonora sin reunir los requisitos indispensables de un dirigente revolucionario y que al caer en manos de las autoridades porfirianas el 10 de agosto de 1908 habló más de la cuenta. Debido a estas declaraciones fueron aprehendidos muchos cuadros magonistas y desmantelada la organización revolucionaria. Buitimea pasó más de tres años en las bartolinas de San Juan de Ulúa. Luego abandonó las filas liberales, pues no gozaba de la confianza y el aprecio de los magonistas.
El último capítulo aborda el tema del trabajo de las autoridades de Sonora y Arizona en contra de los magonistas. Enrique C. Creel, con apoyo de las agencias Furlong y Pinkerton y la ayuda de los funcionarios gringos, coordinó las labores de vigilancia, espionaje y persecución de los liberales. Los cónsules mexicanos en El Paso y San Antonio, Texas, y de Tucson y Douglas, Arizona, desempeñaron un papel muy destacado en dichas actividades. El asesino de los mineros de Cananea, Thomas Rynning, jefe de los rangers, tuvo participación notoria en la vigilancia de la frontera y la detención de “revoltosos”.
La obra está sustentada en la investigación efectuada en los archivos General de la Nación, Histórico del Gobierno del Estado de Sonora e Histórico de Relaciones Exteriores, y en los libros de Diego Abad de Santillán, Historia de la Revolución mexicana; Juan Carlos Beas, et al., Magonismo y movimiento indígena en México; Lowell L. Blaisdell, La Revolución del desierto; Ethel Duffy Turner, Ricardo Flores Magón y el Partido Liberal Mexicano; Salvador Hernández Padilla, El magonismo: historia de una pasión libertaria; Sergio Ortega Noriega, El edén subvertido. La colonización de Topolobampo; Javier Torres Parés, La Revolución sin fronteras. El Partido Liberal Mexicano y las relaciones entre el movimiento obrero de México y el de Estados Unidos, 1900-1923, y otros autores más. Es una obra, pues, bien documentada.
Para finalizar, cabe precisar que a los Industrial Workers of the World Torúa, como otros autores, los llama International Workers of the World. Es una denominación errónea.
El magonismo en Sonora (1906-1908. Historia de una persecución) es un libro que enriquece el tratamiento de la experiencia en el norte del país de los dirigentes y militantes del PLM. Su lectura es muy útil y recomendable.

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