La siguiente es una versión en español realizada por Gabriela HT en octubre de 2010, Ciudad de México, de "Anarchism: The Feminist Connection". Peggy Kornegger fue editora de la revista feminista norteamericana The Second Wave [La Segunda Ola]. "Anarquismo: la conexción feminista" apareció primero como artículo en el número de primavera de 1975 en The Second Wave.
“Anarquismo: la conexión feminista (1975)”
Por Peggy Kornegger
Hace once años, cuando estudiaba secundaria en un pequeño pueblo de Illinois, nunca había escuchado la palabra "anarquismo". Lo más cerca que estuve fue saber que anarquía significaba "caos". En cuanto a socialismo y comunismo, mis clases de historia de alguna manera me transmitieron el mensaje de que no había diferencia entre ellos y el fascismo, una palabra que me traía a la mente a Hitler, los campos de concentración y toda clase de cosas horribles que nunca ocurrieron en un país libre como el nuestro. Fui sutilmente educada para tragarme el insípido cereal para niños [c]de la política tradicional de EE.UU.: la moderación, el compromiso, el salto de obstáculos, el considerar a Chuck Percy un chico estupendo. Aprendí bien la lección: me tomó años reconocer el sesgo y la distorsión que habían moldeado toda mi "educación". La "his-toria" [d] de la humanidad[e] (blanca) significó precisamente eso; como mujer estaba relegada a una existencia vicaria. Como anarquista no tenía existencia. Me habían arrebatado todo un trozo de mi pasado (y, por ello, las posibilidades para el futuro). Sólo hace poco descubrí que muchas de mis tendencias e inclinaciones políticas inconexas compartían un marco común, y era la tradición de pensamiento anarquista o libertario. De pronto estaba viendo furiosamente en color [f] después de años de daltónicos grises.
Emma Goldmanme proporcionó mi primera definición de anarquismo:
El anarquismo entonces significa realmente la liberación de la mente humana de la dominación de la religión; la liberación del cuerpo humano del dominio de la propiedad; la liberación de los grilletes y restricciones de gobierno. El anarquismo significa un orden social basado en el libre agrupamiento de individuos con el propósito de producir bienestar social real, y un orden que garantizará a todo ser humano el libre acceso a la tierra y la satisfacción plena de las necesidades vitales, de acuerdo con sus deseos, gustos e inclinaciones individuales.[1]
Inmediatamente comencé a hacer conexiones mentales entre el anarquismo y el feminismo radical. Fue muy importante para mí poner por escrito algunas percepciones sobre este terreno como una manera de comunicar a otras el entusiasmo que sentía por el anarco-feminismo. Parece crucial que compartamos nuestras visiones con otras para derribar las barreras que los malentendidos y la disgregación levantan entre nosotras. Aunque me llamo anarco-feminista, esta definición puede ser fácilmente incluida en el socialismo, el comunismo, el feminismo cultural, el separatismo lésbico, o en cualquier otra docena de etiquetas políticas. Como escribió Su Negrin: "Ningún paraguas político puede cubrir todas mis necesidades"[2]. Podríamos tener en común mucho más que lo que pensamos. Mientras escribo aquí sobre mis reacciones y percepciones, no veo mi vida ni mis pensamientos como separados de los de otras mujeres. De hecho, una de mis convicciones más fuertes en el Movimiento de Mujeres es que efectivamente compartimos una visión increíble de cosas comunes. Mi propia participación en esta visión no es para ofrecer declaraciones definitivas ni respuestas rígidas, sino más bien posibilidades y conexiones cambiantes que espero que sean comentadas entre nosotras y que contribuyan a un proceso continuo de crecimiento y evolución/revolución individual y colectivo.
¿Qué significa realmente el anarquismo?
El anarquismo ha sido calumniado y malinterpretado por tanto tiempo que tal vez lo más importante para comenzar sea dar una explicación de lo que es y no es. Es probable que el estereotipo más frecuente del anarquista sea un hombre de aspecto malvado escondiendo una bomba encendida bajo su capa negra, dispuesto a destruir cualquiera cosa o a asesinar a cualquiera que le salga al paso. Esta imagen genera temor y repulsión en la mayoría de la gente; como si no importaran sus ideas políticas; en consecuencia, se descarta el anarquismo como feo, violento y extremista. Otra concepción errada es el anarquista como idealista impráctico, ocupado en futilidades, en abstracciones utópicas y sin contacto con la realidad concreta. El resultado: el anarquismo se descarta una vez más, esta ocasión en cuanto "sueño imposible".
Ninguna de estas imágenes es verdadera (aunque haya habido anarquistas asesinos eidealistas, como en muchos movimientos políticos, de izquierda y derecha). La verdaderadepende, por supuesto, del marco de referencia. Hay diferentes tipos de anarquistas, del mismo modo que hay diferentes tipos de socialistas. De lo que hablaré aquí es del anarquismo comunista, al que considero virtualmente idéntico al socialismo libertario (esto es, no autoritario). Las etiquetas nos pueden confundir terriblemente, por lo que, con el ánimo de aclarar el término, definiré anarquismo usando tres principios fundamentales (cada uno de los cuales creo que se relaciona con un análisis feminista radical de la sociedad, como veremos adelante):
1. Creencia en la abolición de toda autoridad, jerarquía, gobierno.Los anarquistas convocan a la disolución (más que a la toma) del poder–de un ser humano sobre otro, del estado sobre la comunidad–. Mientras muchos socialistas demandan un gobierno de la clase trabajadora y una progresiva "desaparición del estado", los anarquistas creen que los medios crean los fines, que un Estado fuerte se autoperpetúa. La única forma de alcanzar el anarquismo (de acuerdo con la teoría anarquista) es a través de la creación de cooperativasy formas antiautoritarias. El separar el proceso de los objetivos de la revolución es asegurar la perpetuación de una estructura y modelo opresivos.
2. Creencia tanto en la individualidad como en la colectividad.La individualidad no es incompatible con un pensamiento comunista. Sin embargo, debemos hacer una distinción entre el "individualismoduro", que alienta la competencia y el desprecio por las necesidades de los otros, y la verdadera individualidad, que implica libertadsin infringir la libertad de los otros. Específicamente, en términos de la organización social y política, esto significa equilibrar la iniciativa individual con la acción colectiva a través de la creación de estructuras que posibiliten que la toma de decisiones esté en las manos de los individuos de un grupo, comunidad o fábrica, no por los "representantes" o "líderes". Significa coordinación y acción en una red de trabajo de pequeños grupos o comunidades no jerárquicos (en círculos sobrepuestos en lugar de una pirámide). (Véase las descripciones de las colectividades anarquistas españolas en la siguiente sección). Por último, significa que el triunfo de la revolución implica individuos y grupos no manipulados, sino autónomos, trabajando juntos para tomar "el control directo, sin mediación, de la sociedad y de sus propias vidas"[3].
3. Creencia tanto en la espontaneidad como en la organización. Los anarquistas han sido acusados por mucho tiempo de promover el caos. La mayoría de la gente cree que el anarquismo es sinónimo de desorden, confusión, violencia. Esto es una tergiversación total de lo que representa el anarquismo. Los anarquistas no niegan la necesidad de la organización; sólo demandan que ésta tiene que venir de abajo, no de arriba, de adentro en vez de afuera. Las estructuras externas impuestas o las reglas rígidas que promueven la manipulación y la pasividad son las formas más peligrosas que una "revolución" socialista puede adoptar. Nadie puede establecer la forma exacta del futuro. La acción espontánea dentro de un contexto específico es necesaria si vamos a crear una sociedad que responda a las necesidades cambiantes de los individuos y de los grupos. Los anarquistas creen en formas fluidas: una democracia participativa a pequeña escala en conjunción con una cooperación y coordinación colectiva a gran escala (sin perder la iniciativa individual).
De este modo el anarquismo parece estupendo, pero ¿cómo se podría trabajar? Esa clase de romanticismo utópico no tendría relación con el mundo real, ¿correcto? Incorrecto. Los anarquistas han sido exitosos efectivamente (aunque sólo temporalmente) y en varias ocasiones (ninguna de ellas bien conocida). España y Francia, en particular, tienen una larga tradición de actividad anarquista, y fue en estos dos países donde encontré las concreciones más emocionantes del anarquismo teórico.
Más allá de la teoría: España 1936-1939
La revolución es un asunto del pueblo, una creación popular; la contrarrevolución es asunto del Estado. Así ha sido siempre y así será siempre, ya sea en Rusia, España o China.[4]
Federación Anarquista Ibérica (FAI), Tierra y Libertad, 3 de julio de 1936
Se cree comúnmente que la llamada Guerra Civil Española ha sido simplemente una lucha entre las fuerzas fascistas de Franco y aquellos que se comprometieron con la democracia liberal. Lo que se ha pasado por alto, o ignorado, es que en España aconteció algo mucho más importante que una guerra civil. Una revolución con una amplia base social que abrazó los principios anarquistas se extendió, de forma concreta en muchas áreas del país. La reducción gradual y la eventual destrucción del movimiento libertario es menos importante que discutir aquí qué lograron realmente las mujeres y los hombres que participaron en ellas. Contra enormes adversidades hicieron un trabajo anarquista.
La realización de la colectivización anarquista y el autogobierno de los trabajadores durante la revolución española nos dan un ejemplo clásico de organización-más-espontaneidad. Tanto en la España rural como en la industrial, los anarquistas han sido parte de la conciencia popular durante muchos años. En el campo, la gente tenía una larga tradición de vida comunal; muchos pueblos todavía comparten una propiedad común o dan partes de su tierra a quienes no la tienen. Décadas de colectivismo y cooperación rural asentaron las bases para el anarquismo teórico que llegó a España en 1870 (por intermedio de revolucionario italiano Fanelli, amigo de Bakunin) y le dio auge al anarco-sindicalismo, la aplicación de los principios anarquistas a los sindicatos. La Confederación Nacional del Trabajo, fundada en 1910, fue la coalición anarco-sindicalista (junto a la Federación Anarquista Ibérica) que proporcionó la educación y la preparación a las organizaciones de trabajadores autogestionadas y a las colectivizaciones. Diez mil libros, periódicos y panfletos alcanzaron casi todos los rincones de España contribuyeron al conocimiento general del pensamiento anarquista[5]. Los principios anarquistas de cooperación no jerárquica y la iniciativa individual combinada con las tácticas anarco-sindicalistas de sabotaje, boicot y combate, así como la capacitación en asuntos productivos y económicos, dieron a los trabajadores el background [g] para fundar tanto su teoría como su práctica. Esto condujo a una apropiación espontánea y exitosa tanto de fábricas como de tierras después de julio de 1936.
Cuando la derecha española reaccionó ante la victoria electoral del Frente Popular con la intentona de golpe militar, el 19 de julio de 1936, el pueblo resistió con tal furor que contuvo a los militares en 24 horas. En este momento, el triunfo electoral se volvió secundario; había empezado una revolución social total. Por un lado, los obreros se fueron a huelga o empezaron ellos mismos a hacer funcionar las fábricas; por otro lado, los campesinos desconocieron a los terratenientes y empezaron a cultivar los campos por su cuenta. En poco tiempo, más del 60% del campo español se trabajaba colectivamente, sin terratenientes, jefes, ni incentivos competitivos. La colectivización industrial tuvo lugar sobre todo en la provincia de Cataluña, donde la influencia anarco-sindicalista era más fuerte. No era un logro menor: un 75% de la industria de España se localizaba entonces en Cataluña[6]. Así, después de 75 años de lucha y preparación se había logrado la colectivización, mediante la acción colectiva espontánea de individuos entregados a los principios libertarios.
Pero ¿qué significó esta colectivización en realidad, y cómo funcionó? En general los colectivos anarquistas funcionaron en dos niveles: 1) en una democracia participativa a pequeña escala y (2) en una coordinación con control desde abajo a gran escala. En cada nivel, el objetivo principal era la descentralización y la iniciativa individual. En fábricas y pueblos, los representantes eran elegidos para consejos que operaban como cuerpos coordinadores o administrativos. Las decisiones siempre venían más de las asambleas generales, a las que todos los trabajadores asistían. Para estar alerta en contra de los peligros de la representación, los representantes eran los mismos trabajadores, y en todo momento estaban sujetos al inmediato y periódico reemplazo. Estos consejos o comités eran las unidades básicas de la autogestión. A partir de ahí se podían establecer coordinaciones en federaciones autónomas que unían a trabajadores y acciones de una industria entera o área geográfica. De este modo, la distribución y el intercambio de bienes se podía realizar, así como la implementación de programas de alcance más amplio, como el riego, el transporte y las comunicaciones. Una vez más, el énfasis del proceso estaba en el de-abajo-hacia-arriba. Este muy difícil equilibrio entre la individualidad y el colectivismo fue logrado de modo más exitoso por la Federación de Campesinos de Levante, que incluía a 900 colectivos, también se dio esto en la Federación de Colectivos de Aragón compuesta por 500 colectivos.
Probablemente el aspecto más importante de la autogestión sea la equiparación de los salarios. Esto adoptó diversas formas, pero frecuentemente se usó el sistema de "salario familiar". Los salarios se pagaban a cada trabajador en dinero o cupones de acuerdo con las necesidades de él y sus seres dependientes. Se distribuían libremente los bienes en abundancia, mientras otros se obtenían con "dinero".
Los beneficios que produjo esta equiparación de salarios fueron enormes. Después de que se eliminaran los enormes beneficios/ganancias concentrados en manos de pocos hombres, el dinero excedente se empleó tanto para modernizar la industria (compra de nuevas maquinaria, y mejores condiciones de trabajo) como para desarrollar la agricultura (riego, represas, compra de tractores, etc.). No sólo hubo mejores productos que se obtenían más eficientemente, sino también los precios de consumo se redujeron. Esto fue así en diversas fábricas, como las de textiles, municiones de metal, gas, agua, electricidad, pan, pesca, transporte municipal, ferrocarriles, servicios telefónicos, productos ópticos, prestaciones de salud, etc. Los propios trabajadores se beneficiaron con una jornada semanal de trabajo menor, mejores condiciones de trabajo, el cuidado libre de la salud, el pago para los cesantes, y un orgullo nuevo en sus trabajos. La autogestión y el espíritu de ayuda mutua fomentaron la creatividad; los trabajadores se comprometieron en producir productos que eran mejores que aquellos producidos en condiciones de explotación. Querían demostrar que el socialismo funcionaba, y que la competencia y los motivos de codicia eran innecesarios. En meses, el nivel de vida había aumentado de entre un 50 a un 100% en muchas zonas de España.
Los logros de los anarquistas españoles fueron más allá de unos niveles de vida alta y una igualdad económica; implicaron la realización de los ideales humanos básicos: la libertad, la creatividad individual y la cooperación colectiva. Los colectivos anarquistas españoles no fracasaron: fueron destruidos desde afuera. Aquellos que creían en el estado fuerte (de izquierdas y de derechas) hicieron lo posible por borrarlos –de España y de la historia–. El anarquismo triunfante de unos ocho millones de españoles sólo ahora se comienza a revelar.
Francia 1968
C'est pour toi que tu fais la revolution[7].
[Es para ti que haces la revolución.]
Daniel y Gabriel Cohn-Bendit
[Es para ti que haces la revolución.]
Daniel y Gabriel Cohn-Bendit
El anarquismo ha jugado un papel importante en la historia francesa, pero más que sondear en el pasado, quiero centrarme en los acontecimientos contemporáneos de mayo y junio de 1968. Los sucesos de Mayo del 68 tienen particular significado porque han demostrado que una huelga general y la toma de las fábricas por los trabajadores, así como de las universidades por los estudiantes, pueden darse en un país moderno, capitalista, orientado al consumo. Además, los asuntos abanderados por los estudiantes y los trabajadores de Francia (por ejemplo, la autodeterminación, la calidad de vida) trascienden los límites de clase y tienen enormes implicaciones para la posibilidad de cambio revolucionario en una sociedad de post-escasez[8].
El 22 de marzo de 1968 los estudiantes de la Universidad de Nanterre –entre ellos el anarquista Daniel Cohn-Bendit– tomaron los edificios administrativos de su escuela reclamando tanto el fin de la guerra de Vietnam como el de su propia opresión en cuanto estudiantes. (Sus demandas tenían contenidos similares a las de los estudiantes desde Columbia a Berlin protestando contra la doctrina in loco parentis). La universidad había sido clausurada y las manifestaciones se habían extendido a la Sorbona. El SNESup (Sindicato Nacional de Enseñanza Superior, que reunía a maestros de bachillerato y universitarios) llamó a la huelga, y la Unión Nacional de Estudiantes de Francia (la UNEF) organizó una manifestación para el 6 de mayo. Ese día los estudiantes y la policía se enfrentaron en el Barrio Latino de Paris; los manifestantes levantaron barricadas en las calles, y muchos de ellos fueron brutalmente golpeados por la policía antimotines. Hacia el 7 de mayo, el número de manifestantes había crecido entre veinte o cincuenta mil personas, que marchaban hacia la Plaza de l’Étoile cantando La Internacional. Durante los días siguientes, las escaramuzas entre manifestantes y policía en el Barrio Latino se volvieron cada vez más violentas, y el público se indignaba extensivamente ante la represión policial. Las conversaciones iniciaron entre los sindicatos de trabajadores y profesores y los de los estudiantes, y la UNEF y la FEN (la federación de maestros) llamaron a una huelga indefinida y a manifestaciones. El 13 de mayo alrededor de seiscientas mil personas –estudiantes, profesores y trabajadores– marcharon protestando por París.
El mismo día, los trabajadores de la planta de Aviación Sur en Nantes (la ciudad con las tendencias anarco-sindicalistas más fuertes en Francia[9]) se fueron a huelga. Esta acción desencadenó la huelga general, la más larga de la historia, que abarcó diez millones de trabajadores –“profesionales, obreros, intelectuales y jugadores de futbol”[10]–. Los bancos, el correo, las gasolineras, las tiendas comerciales, todo estaba cerrado; el metro y autobuses dejaron de circular, y la basura se acumulaba ya que los recolectores se unieron a la huelga. La Sorbona fue ocupada por estudiantes, profesores y todo el que quisiera ir ahí a participar en las discusiones. Los diálogos políticos que cuestionaban las bases diversas de la sociedad capitalista francesa duraron días. Por todo París aparecieron carteles y graffitis: Prohibido prohibir. Por una vida sin horarios. Todo el poder a la imaginación. Más vida y menos consumo. Mayo y junio se convirtieron en un "asalto al orden establecido" y un "festival en las calles"[11]. Las antiguas fronteras entre clase media y clase trabajadora se volvieron insignificantes en cuanto los trabajadores jóvenes y los estudiantes se encontraron haciendo demandas similares: liberación de todo sistema opresivo y autoritario (la universidad y la fábrica) y el derecho a tomar decisiones sobre sus propias vidas.
El pueblo francés estuvo al borde de una revolución total. Una huelga general había paralizado al país. Los estudiantes habían tomado las universidades y los trabajadores las fábricas. Lo que quedaba por hacer era que los trabajadores en verdad trabajaran las fábricas, para actuar directamente, sin mediaciones, y sólo se conformarán con la autogestión total. Desafortunadamente esto no sucedió. La política autoritaria y los métodos burocráticos difícilmente mueren, y ambos cargaron contra la mayoría de los principales sindicatos de trabajadores franceses. Como en España, el Partido Comunista trabajó en contra de la acción directa y espontánea de la gente en las calles: la Revolución debe ser dirigida desde arriba. Los líderes de la CGT (la confederación de trabajadores comunista) intentaron evitar el contacto entre los estudiantes y los trabajadores, y una izquierda unida pronto se volvió imposible. Como De Gaulle y la policía movilizaron sus fuerzas y la violencia que estalló fue aún más grande, muchos huelguistas aceptaron concesiones limitadas a sus demandas (mejores pagos, horarios más cortos, etc.) y volvieron a trabajar. Los estudiantes continuaron en confrontaciones cada vez más sangrientas con la policía, pero el momento ya había pasado. Hacia finales de junio, Francia había regresado a la "normalidad" bajo el mismo el mismo y viejo régimen gaullista.
Lo que pasó en Francia en 1968 está conectado vitalmente con la revolución española de 1936; en ambos casos los principios anarquistas no sólo se discutieron, sino también se implementaron. El hecho de que los trabajadores franceses no lograran la autogestión del trabajo puede ser porque el anarco-sindicalismo no tenía tanta presencia en Francia en los años anteriores a 1968, como sí la tuvo en España antes de 1936. Por supuesto esta es una gran simplificación, la explicación para una revolución “fallida” pueden ser interminables. Lo que es crucial aquí, una vez más, es el hecho que en verdad ocurrió. Mayo-junio del 68 se refuta la creencia de que la revolución es imposible en un país capitalista avanzado. Los hijos de las clases medias francesas y trabajadoras, criados hacia la pasividad, el consumismo ciego y/o el trabajo alienado, rechazaban mucho más que el capitalismo. Cuestionaron la autoridad misma, al demandar el derecho a una existencia libre y con sentido. Las razones para la revolución en una sociedad industrial moderna ya no se limitaba al hambre y a la escasez material; incorporaron el deseo de la liberación humana de todas las formas de dominación, en esencia un cambio radical en la "calidad de vida cotidiana"[12]. Asumieron la necesidad de una sociedad libertaria. El anarquismo ya no puede seguir siendo considerado un anacronismo.
Se dice a menudo que los anarquistas viven en un mundo de sueños por venir y que no ven las cosas que suceden en el presente. Pero sólo las vemos demasiado bien, como son en realidad, y eso nos hace portar el hacha en el bosque de los prejuicios que nos acosan. [13]
Piotr Kropotkin
Hay dos razones principales que explican el fracaso de la revolución en Francia: 1) una preparación inadecuada en teoría y práctica del anarquismo, y 2) el vasto poder del Estado, en combinación con el autoritarismo y la burocracia, potencialmente favorable a grupos izquierdistas. En España, la revolución se propagó más y fue más tenaz a causa de la preparación extensiva. Con todo, finalmente fue aplastada por un Estado fascista y una izquierda autoritaria. Es importante considerar estos dos factores en relación con la situación actual en los Estados Unidos. No sólo tenemos el parámetro de un Estado cuyas fuerzas armadas, policía, y armas nucleares pueden destruir instantáneamente a toda la humanidad, sino también nos encontramos enfrentados a una reverencia dominante hacia la autoridad y las jerarquías cuya continuidad se asegura día a día a través de una clase de pasividad doméstica cultivada por la familia, la escuela, la iglesia y la pantalla de la televisión. Además, los Estados Unidos son un país inmenso, con sólo una pequeña y esporádica historia de actividad anarquista. Podría parecer que no sólo no estamos preparados, sino que estamos mutilados por un Estado mucho más poderoso que el de Francia y España juntos. Decir que luchamos en contra de una fuerza superior sería una socarronería.
Pero ¿adónde nos conduce el definir al Enemigo como un gigante despiadado e invencible? Si no nos permitimos ser paralizados por el fatalismo y la futilidad, nos puede obligar a redefinir la revolución en un sentido que podría centrarse en el anarco-feminismo como el marco en el cual plantear la lucha por la liberación humana. Son las mujeres las que ahora tienen las claves para los nuevos conceptos de revolución, las mujeres que se dan cuenta que esa revolución ya no significa la toma del poder o la dominación de un grupo sobre otro –bajo ninguna circunstancia y por ningún lapso de tiempo–. Es la dominación misma la que debe ser abolida. La sobrevivencia del planeta depende de esto. No se puede seguir permitiendo a los hombres que sólo quieran manipular el medio ambiente para sus intereses personales, del mismo modo que no se les puede seguir permitiendo que destruyan sistemáticamente a toda la humanidad. La presencia de la jerarquía y el pensamiento autoritario amenazan la existencia humana y del planeta. La liberación global y la política libertaria se han vuelto necesarias, no sólo ensueños utópicos. Debemos “producir las condiciones de vida para sobrevivir”[14].
El centrarnos en el anarco-feminismo como el necesario marco revolucionario para nuestra lucha no es negar la inmensa tarea que tenemos delante. Sólo vemos efectivamente "demasiado bien" las causas de nuestra opresión y el inmenso poder del Enemigo. Pero también vemos que el camino para salir de este ciclo histórico mortal, de revoluciones incompletas o fallidas, requiere de nuestra parte nuevas definiciones y nuevas tácticas –algunas que apunten a una clase de proceso de "vaciamiento"[15], que describiremos abajo en la sección "Haciendo real la utopía". Como mujeres estamos bien situadas para participar en este proceso. Alternativas [underground] por años, hemos aprendido a ser sigilosas, sutiles, silenciosas, tenaces, agudamente sensibles y expertas con las habilidades comunicativas, después de años de trabajo encubierto y clandestino.
Por nuestra propia sobrevivencia, aprendimos a tejer redes de rebeldía que eran invisibles a los ojos "expertos".
Sabemos cómo luce una bota
vista desde abajo
conocemos la filosofía de las botas
Pronto invadiremos todo
como maleza silenciosa
Las plantas prisioneras se rebelarán
junto a nosotras
derribaremos las cercas
y las murallas de ladrillo caerán.
No habrá más botas.
Por el momento consumimos basura
y dormimos, mientras esperamos
debajo de tus pies.
Cuando digamos "al ataque"
no oiréis nada
al principio.[16]
La preparación anarquista no es inexistente en este país. Existe en las mentes y acciones de las mujeres que se preparan a sí mismas (a menudo sin saberlo) para una revolución cuyas formas destruirán la inevitabilidad histórica y el proceso de la historia misma.
El anarquismo y el Movimiento de las Mujeres
El desarrollo de la sororidad es una amenaza única, porque se dirige contra el modelo social y psíquico básico del dominio jerárquico…[17]
Mary Daly
Por todo el país, grupos independientes de mujeres comenzaron funcionando sin estructura, líderes y otros factótum de la izquierda masculina, generando espontánea e independientement organizaciones similares a las de los anarquistas de hace años y otros escenarios. No es casualidad.[18]
Cathy Levine
No toqué el tema del papel de las mujeres en España y Francia, ya que éste puede resumirse en una sola palabra: inalterado. Los hombres anarquistas han sido un poco más benévolos que los hombres de todas partes respecto al sometimiento que ejercen sobre las mujeres[19]. Por esto la absoluta necesidad de una revolución anarquista feminista; de otro modo los mismos principios del anarquismo se volverían una hipocresía.
El movimiento actual de mujeres y el análisis feminista radical de la sociedad han contribuido mucho al pensamiento libertario. De hecho, sostengo que durante años las feministas han sido anarquistas de un modo inconsciente tanto en la teoría como en la práctica. Ahora necesitamos llegar a darnos cuenta conscientementede las conexiones entre anarquismo y feminismo y usar este marco para nuestros pensamientos y acciones. Tenemos que ser capaces de ver muy claramente adónde queremos ir y cómo lo conseguiremos. Para ser más efectivas, para crear el futuro que intuimos como posible, debemos darnos cuenta que lo que queremos no es sólo un cambio sino una transformación total.
La perspectiva feminista radical es casi puro anarquismo. La teoría básica postula la familia nuclear como la base de todo sistema autoritario. La lección que aprenden los niños, del padre al maestro, al jefe y a Dios, es OBEDECER la gran voz anónima de la Autoridad. Pasar de la niñez a la adultez es llegar a ser un autómata consumado, incapaz de cuestionar ni aún de pensar claramente. Llegamos a ser un norteamericano promedio, creyendo todo lo que se nos han contado y aceptando indiferentemente la destrucción de la vida de todo nuestro alrededor.
Las feministas estamos lidiando con un proceso de chaqueta mental [mind-fucking] –la actitud dominante masculina hacia el mundo externo que sólo permite relaciones sujeto-objeto–. La política masculina tradicional reduce a los humanos al estatus de objeto y entonces los domina y manipula según “fines” abstractos. No obstante, las mujeres estamos intentando desarrollar una conciencia del "Otro" en todos los terrenos. Vemos las relaciones sujeto-a-sujeto no sólo deseables sino necesarias. (Algunas hemos optado por trabajar y amar sólo a mujeres justo por esta razón –este tipo de relaciones son mucho más posibles–). Estamos trabajando juntas para expandir nuestra empatía y comprensión hacia otros seres vivos e identificarnos con ellos, en vez de objetivarlos y manipularlos. En este momento, el respeto por toda la vida es un prerrequisito para nuestra supervivencia.
La teoría feminista radical también critica los patrones de pensamiento jerárquico –en los que la racionalidad domina la sensualidad, la mente domina la intuición, y donde las divisiones y polaridades persistentes (activo/pasivo, niño/adulto, sano/insano, trabajo/juego, esponetaneidad/organización) nos alinean de la experiencia mente-cuerpo como un Todo de un Continuum de experiencia humana. Las mujeres estamos intentando liberarnos de estas divisiones, para vivir en armonía con el universo como un todo, para ser humanas integrales dedicadas a la sanación colectiva de nuestras heridas y escisiones individuales.
En la práctica real dentro del Movimiento de Mujeres, las feministas han tenido tanto éxitos como fracasos al abolir la jerarquía y la dominación. Me parece que las mujeres frecuentemente hablan y actúan como anarquistas "intuitivas", esto es, nos aproximamos, o nos acercamos, a una negación completa de todo pensamiento y organización patriarcal. Sin embargo, este acercamiento está obstaculizado por las formas poderosas e insidiosas que toma el patriarcado –en nuestras mentes y en nuestras relaciones con otras/os–. Vivir dentro y estar condicionadas por una sociedad autoritaria a menudo nos impide hacer esas conexiones importantísimas entre feminismo y anarquismo. Cuando decimos que estamos combatiendo el patriarcado, no siempre es claro lo que significa combatir toda jerarquía, todo liderazgo, todo gobierno ni la misma idea de autoridad. Nuestras tendencias hacia el trabajo colectivo y hacia los pequeños grupos sin líderes han sido anarquistas, pero en la mayoría de los casos no las hemos llamado con ese nombre. Y esto es importante porque una comprensión del feminismo como anarquismo nos podría catapultar a las mujeres fuera del reformismo y de las soluciones provisionales hacia una confrontación revolucionaria en contra de la naturaleza básica de la política autoritaria.
Si queremos "hacer caer el patriarcado", necesitamos hablar de anarquismo para saber qué significa exactamente y usarlo como marco para transformarnos a nosotras mismas y las estructuras de nuestra vida cotidiana. Feminismo no significa poder empresarial femenino ni mujer presidenta; significa ausencia de poder empresarial y ausencia de presidentes. La Enmienda sobre la Igualdad de Derechos no transforma la sociedad, sólo le da a las mujeres el "derecho" de ingresar a una economía jerárquica. Desafiar el sexismo significa desafiar todajerarquía –económica, política y personal–. Y esto significa una revolución anarco-feminista.
Específicamente, ¿cuándo hemos sido anarquistas las feministas y cuándo nos hemos quedado cortas? Con la segunda oleada del feminismo que se extendió en todo el país a finales de los 60, las formas que adoptaron los grupos de mujeres reflejaban frecuentemente una conciencia libertaria no declarada. En la rebelión contra el juego de poder competitivo, de la jerarquía impersonal y las tácticas de organización de masas de la política masculina, las mujeres se dividieron en pequeños grupos concientizadores, sin líderes, que se ocupaban de asuntos personales de nuestras vidas cotidiana. Cara a cara intentamos llegar a la causa profunda de nuestra opresión compartiendo nuestras experiencias y percepciones desvalorizadas hasta ahora. Hemos aprendido unas de otras que la política no está "allá afuera" sino en nuestras mentes y cuerpos y entre los individuos. Las relaciones personales pueden y efectivamente nos han oprimido en cuanto clase política. Nuestra miseria y las recriminaciones en contra de nosotras mismas eran el resultado directo de la dominación masculina –en el hogar, la calle, el trabajo y la organización política.
Así, en muchas áreas sin conexión entre sí en los Estados Unidos, los grupos C-R [Counsiousness Raising: grupos concientizadores, N. de T.] se desarrollaron como una (re)acción directa y espontánea en contra de las formas patriarcales. El énfasis en los pequeños grupos como unidad de básica de organización, en lo personal y lo político, en el antiautoritarismo, y en la acción directa espontánea era esencialmente anarquista. Pero ¿dónde quedaron los años de preparación que animaron las actividades revolucionarias españolas? La estructura de los grupos de mujeres tenía un parecido sorprendente con los grupos de tendencias anarquistas dentro de las organizaciones anarco-sindicalistas en España, Francia y muchos otros países. Sin embargo, no nos proclamamos anarquistas, ni nos organizamos conscientemente en torno a principios anarquistas. En ese tiempo ni siquiera teníamos una red alternativa de comunicaciones ni de intercambio ideas y capacidades. En el pasado el movimiento de mujeres fue más que un puñado de grupos aislados que iban a tientas en la oscuridad buscando respuestas, el anarquismo como ideal no especificado existía en nuestras mentes.
Tengo la creencia de que esto situó a las mujeres en la posición única de ser las portadoras de una conciencia anarquista penetrante, la cual, si es articulada y concretizada, puede llevarnos más lejos que cualquier grupo que haya buscado el logro de la revolución total. El anarquismo intuitivo de las mujeres, si se clarifica y pule es un salto hacia delante (o más allá) en la lucha por la liberación humana. La teoría feminista radical aclama al feminismo como la Revolución Definitiva. Esto es cierto si, y sólo si, reconocemos y afirmamos nuestras raíces anarquistas. En el momento en que dejemos de ver la conexión feminista con el anarquismo, nos quedaremos cortas ante la revolución y estaremos entrampadas en la "vieja rutina política masculina". Es el momento de dejar de ir a tientas en la oscuridad y ver qué hemos hecho, y hacemos, encaminadas hacia el horizonte del lugar dónde queremos finalmente estar.
Los grupos C-R fueron un buen comienzo, pero a menudo se empantanaron en conversaciones sobre problemas personales que no saltaban a la acción directa y la confrontación política. Los grupos que se organizaron alrededor de asuntos o proyectos específicos a veces encontraron que la "tiranía de la falta de estructuras" podía ser tan destructiva como la "tiranía de la tiranía"[20]. El fracaso en integrar la organización con la espontaneidad hizo aparecer a algunas con más capacidades o carisma personal como líderes. Aquellas que se encontraron a sí mismas siguiendo escaramuzas, cazas de brujas y luchas de poder sintieron resentimiento y frustración. Muy a menudo esto terminaba en una total falta de operatividad, o bien en adherencia como respuesta violenta a "lo único que necesitamos es más estructuras" (en el viejo y decadente sentido masculino del término).
Una vez más, pienso que lo que hizo falta fue un análisis anarquista explícito. La organización no tiene por que sofocar la espontaneidad ni seguir patrones jerárquicos. Los grupos o proyectos de mujeres que han tenido más éxito son los que han experimentado con estructuras flexibles y variadas: la rotación de tareas y cargos, el compartir todas las habilidades, el acceso igual a la información y a las fuentes, el no monopolizar la toma de decisiones y el darse tiempo para las discusiones. Este último elemento estructural es importante porque comprende los esfuerzos continuos de los miembros del grupo para vigilar la “sigilosa política del poder”. Si las mujeres se comprometen verbalmente en el trabajo colectivo, esto requiere una verdadera lucha para desaprender la pasividad (para eliminar a las "seguidoras") y para compartir habilidades y conocimientos (para evitar "líderes"). Esto no significa que no podamos inspirarnos en las palabras y en la vida de otros; las acciones fuertes de individuas fuertes pueden ser contagiosas y por eso importantes. Pero debemos evitar caer en antiguos patrones de conducta.
En el lado positivo, la estructura del movimiento de mujeres emergente en los últimos años ha seguido un patrón anarquista de grupos orientados por pequeños proyectos tejiendo una red alternativa de comunicaciones y acciones colectivas en torno a temas concretos. El éxito parcial en evitar líderes/”estrellas” y la difusión de proyectos pequeños (Centros para víctimas de violaciones, Colectivos de Salud de mujeres) en todo el país ha hecho extremadamente difícil que una sola persona o un grupo hagan decaer el movimiento de mujeres. El feminismo es un monstruo con muchas cabezas que no puede ser destruido por una decapitación particular. Nos propagamos y crecemos por vías incomprensibles para una mentalidad patriarcal.
De cualquier modo esto no significa subestimar el poder del Enemigo. La forma más traicionera que puede adoptar este poder es la cooptación, que se alimenta de cualquier visión corta no anarquista del feminismo como mero “cambio social”.Pensar el sexismo como un mal que puede ser erradicado con la participación femenina tal como van las cosas es afianzar la dominación y la opresión. El “feminismo” capitalista es una contradicción en los términos. Cuando establecemos cooperativas de ahorro y crédito, restaurantes, librerías, etc., de mujeres, debemos tener claro que lo estamos haciendo por nuestra propia sobrevivencia, por el objetivo de crear un contra-sistema, cuyos procesos contradicen y retan la competencia, el lucro personal y todas las formas de opresión económica. Debemos comprometernos a "vivir en los límites"[21], con valores anti-capitalistas y no consumistas. No queremos la integración ni un golpe de estado, el cual "traspasaría el poder de un conjunto de chicos a otro conjuntos de chicos"[22]. Lo que pedimos es nada menos que la revolución total, revolución cuyas forman inventen un futuro limpio de injusticias, dominación o falta de respeto por las variaciones individuales, en resumen, una revolución feminista-anarquista. Creo que las mujeres hemos sabido siempre cómo movernos en dirección hacia la liberación humana; sólo necesitamos sacudir las formas políticas masculinas y los dictums y focos de nuestros propios análisis femenino anarquistas.
¿Adónde vamos desde aquí? Realizando la Utopía
"Ah, tu visión es mierda romántica, religiosidad sensiblera, idealismo endeble". "Estás metida en la poesía, porque no puedes producir detalles concretos". Así me dice la vocecita detrás de mi (¿tu?) cabeza. Pero el frente de mi cabeza sabe que si estuvieras cerca de mí, podríamos hablar. Y que en nuestra plática podríamos llegar a descripciones (concretas, detalladas) de cómo tal y cual cosa pueden suceder, cómo esta o aquella podrían resolverse. Lo que realmente le falta a mi visión son cuerpos humanos concretos, detallados. Entonces no habría una endeble visión, habría una realidad encarnada.[23]
Su Negrin
En lugar de sentirnos ahora desanimadas y aisladas, deberíamos estar en nuestros pequeños grupos de discusión planificando, creando y problematizando…siempre deberíamos estar comprometiéndonos y generando acciones feministas, porque de este modo nos desarrollaríamos lentamente. A falta de este trabajo las mujeres consumen tranquilizantes, se enferman y se suicidan.[24]
Cathy Levine
Aquellas entre nosotras que vivimos con excitación marchas, huelgas estudiantiles y REVOLUCIÓN, AHORA en los años 60, podríamos encontrarnos desilusionadas y francamente cínicas frente a cualquier suceso en los 70. Rendirse o renunciar (¿matrimonio “abierto”?, ¿capitalismo hippie?, ¿el gurú Maharaji?) parece más fácil que enfrentar el propecto de décadas de lucha y quizás incluso que el fracaso definitivo. En este momento, necesitamos un marco general para hacer pasar el proceso de revolución. Sin ella, estamos condenadas a una lucha aislada, sin salida, o la solución individual. El tipo de plataforma o punto de unión de esfuerzos que proporciona el anarco-feminismo puede aparecer como un prerrequisito para sostener cualquier intento para alcanzar horizontes utópicos. Si miramos a España y Francia vemos que la verdadera revolución no es "ni un acontecimiento accidental ni una maquinación desde arriba en busca de cuotas de poder"[25]. Toma años de preparación: intercambiando ideas e informaciones, realizando cambios en la conciencia y en las acciones y creando alternativas económicas y políticas a las estructuras jerárquicas del capitalismo. Requiere que la acción directa espontánea pase de los individuos autónomos a la confrontación política colectiva. Es importante "liberar la mente" y la vida personal, pero no es suficiente, la liberación no es una experiencia solitaria, forma parte de la coordinación con otros seres humanos. No hay una "liberación de mujeres" individual.
Por eso hablo acerca de un proceso a largo plazo, de una serie de acciones en las que desaprendamos la pasividad y aprendamos a tomar el control de nuestras propias vidas. Me refiero a un proceso de "vaciamiento" del sistema actual a través de la creación de alternativas mentales y físicas (concretas) para el estado actual de cosas. La imagen romántica de una banda pequeña de guerrilleros derrocando al gobierno de los EE.UU. es obsoleta (como lo es la política masculina) y básicamente sin relevancia para esta concepción de revolución. Seríamos aplastadas si lo intentáramos. En cambio, como decía un cartel: "No queremos derrocar el gobierno, sino generar una situación en la que éste desaparezca haciéndole perder el lugar que tiene". Eso es lo que sucedió (temporalmente) en España, y casi sucedió en Francia. Es un debate abierto el si es necesaria la resistencia armada. El principio anarquista de "el medio crea el fin" pareciera implicar pacifismo, pero el poder del Estado es tan grande que es difícil descartar totalmente la no violencia. (La resistencia armada fue crucial en la Revolución Española y parecía que en Francia pudo serlo también). Sin embargo, la cuestión del pacifismo puede llevarnos a otra discusión, y lo que me interesa aquí es enfatizar la necesidad de una preparación para transformar la sociedad, una preparación que incluya una plataforma anarco-feminista, paciencia revolucionaria a largo plazo y una activa confrontación continua con las actitudes patriarcales enquistadas.
Hemos estado involucradas mucho tiempo en reales tácticas de preparación. Necesitamos continuar y desarrollarlas más allá. Las visualizo funcionando en tres niveles: (1) educativo (intercambio de ideas y experiencias), (2) económico-político, y (3) personal-político
La "Educación" genera aceptación, pero no quiere decir “llevar la palabra a las masas", ni hacer sentir culpables a los individuos al prescribirles formas de ser. Estoy hablando acerca de muchos métodos que hemos desarrollado para compartir nuestras vidas con otros –desde la escritura (nuestra red de publicaciones feministas), los grupos de estudio, los programas de radio y TV, a las manifestaciones, las marchas y el teatro callejero. Los medios masivos de comunicación parecerían ser un terreno importante para la comunicación revolucionaria y la influencia –basta pensar cómo nuestras propias vidas fueron de-formadas por la radio y la TV[26]–. Vistas aisladamente, estas cosas pueden parecer ineficaces, pero la gente realmente cambia escribiendo, leyendo, conversando y escuchando a otros, así como participando activamente en movimientos políticos. Salir a la calle juntos destruye la pasividad y genera un espíritu de esfuerzo colectivo y energía vital que pueden ayudar a sostenernos y transformarnos. Mi propia transformación de una niña norteamericana promedio a una anarco-feminista fue el producto de una década de lectura, discusiones y participación con muchos tipos de personas y políticos –desde el Medio Oeste al Oeste y a la Costa Este-. Mis experiencias pueden ser únicas en algún sentido, pero no son, creo, extraordinarias. En muchos, muchos lugares en este país, la gente comienza a cuestionarse lentamente la forma en que ha sido condicionada en la aceptación y la pasividad. Dios y el Gobierno ya no son las autoridades definitivas que fueron una vez. Esto no quiere decir que minimicemos el alcance del poder de la Iglesia y el Estado, sino más bien enfatizamos que los cambios en apariencia intrascendentes en el pensamiento y el comportamiento, cuando se traducen en acciones colectivas, constituyen un desafío real al patriarcado.
Las tácticas económico-políticas caen dentro de la acción directa y de la "resuelta ilegalidad" (término de Daniel Guerin). El anarco-sindicalismo especifica tres modos de acción directa: el sabotaje, la huelga y el boicot. Sabotaje significa: "obstruir el proceso de producción normal por todos los medios posibles"[27]. Con más y más frecuencia, personas influenciadas inconscientemente por los valores del cambio social practican el sabotaje. Por ejemplo, el ausentismo laboral sistemático es practicado tanto por oficinistas como por obreros. Desafiar a los empleadores puede hacerse de un modo sutil al trabajar lentamente, o descaradamente cagándola [fuck-up]. El hacer el mínimo trabajo y lo más lento posible es una práctica habitual de los empleados, como lo es el entorpecer el proceso trabajo (a menudo como una táctica sindical durante una huelga). Testimonios comunes son el archivar mal los documentos o perder un “papel importante” de las secretarias, o el cambio continuo de los letreros de destino en los trenes durante la huelga de ferrocarriles en Italia, en 1967.
Las tácticas de sabotaje pueden usarse para hacer más efectivas las huelgas. La huelga por sí misma es el arma más importante de los trabajadores. Cualquier huelga particular tiene el potencial de paralizar el sistema si se extiende a otras industrias y llega a ser una huelga general. La revolución social total es entonces el paso siguiente. Por supuesto, la autogestión de los trabajadores (al igual que un sentido claro de cómo llegar a ella y mantenerla) es el objetivo final de la huelga general, de otro modo será una revolución abortada (como en Francia en 1968).
El boicot también puede ser una estrategia poderosa de una huelga o sindicato (por ejemplo, el boicot de uvas, lechuga y vinos de los no sindicalizadosy el de los pantalones Farah). Además, se puede usar para forzar cambios económicos o sociales. Rehusarse a votar, a pagar impuestos o a participar en la competencia y consumismo capitalistas son acciones importantes cuando se acompañan de alternativas, estructuras sin fines de lucro (ollas comunes, colectivos de salud y jurídicos, ropa reciclada y librerías, escuelas populares, etc.). El consumismo es uno de los bastiones del capitalismo. Boicotear no comprando (especialmente aquellos productos con caducidad y aquellos anunciados ofensivamente) es una táctica que tiene el poder de cambiar la "calidad de la vida cotidiana". Rehusarse a votar a menudo se practica con desencanto y pasividad más que como una afirmación política consciente contra una seudo-democracia donde el poder y el dinero eligen una elite política. No votar puede significar algo más que consentir en silencio, si estamos participando simultáneamente en la creación de genuinas formas democráticas en una red alternativa de grupos de afinidad anarquista.
Esto nos lleva a la tercera táctica la personal/política, que está, por supuesto, vitalmente conectada con las otras dos. Los grupos de afinidad anarquistas han sido una estructura organizacional revolucionaria por mucho tiempo. En los sindicatos anarco-sindicalistas, funcionan como campos de entrenamiento para fines de corto plazo, más “permanente” es el trabajo de los colectivos (como una alternativa a la profesionalización y al elitismo de las carreras), o pueden colectivos vivos donde los individuos aprenden a librarse ellos mismos de la dominación y posesión en sus relaciones de uno a uno. Potencialmente, los grupos de afinidad anarquista son la base en donde podemos construir una nueva sociedad libertaria, no jerárquica. Las forma de vida y trabajo cambia la forma en que pensamos y percibimos (y viceversa), y cuando los cambios en la conciencia llegan a ser cambios en la acción y el comportamiento, la revolución ha comenzado.
El realizar la Utopía implica muchos niveles de lucha. Además, para especificar tácticas que pueden ser desarrolladas y cambiadas constantemente, necesitamos la tenacidad política: la fuerza y habilidad para ver más allá del presente un futuro gozoso, revolucionario. Para llegar desde aquí ahí se requiere más que un salto de fe. Nos demanda a cada una de nosotras un compromiso diario, de largo plazo, para posibilitar la acción directa.
La transformación del futuro
La creación de una cultura femenina es un proceso tan omnipresente como podamos imaginar, puesto que es participación en una VISIÓN renovadamente desplegada en todo, desde nuestras pláticas con amigas a los boicots a la carne, a asumir el control sobre los locales de las guarderías para niñas/os, a hacer el amor con una hermana. Es revelador, indefinible, excepto como un proceso de cambio. La cultura de mujeres nos exorciza a todas, nombrando, creando hacia la visión de armonía con nosotras mismas, con los otros y con nuestra hermana tierra. En los últimos diez años hemos avanzado más rápido y más cerca que nunca antes en la historia del patriarcado para acabar con su poder… lo que ocasiona una esperanza jubilosa – salvaje, contagiosa, invencible, loca ¡ESPERANZA!…La esperanza, el triunfo de la vida sobre la muerte, sobre la desesperanza y el sinsentido que veo ahora –como una encantadora de la fe en la VISIÓN DE MUJER…[28]
Laurel, Hacia una imagen de mujer
Solía pensar que si la revolución no sucedía mañana, todas nos condenaríamos un destino catastrófico (o, por lo menos, catatónico). Ya no creo en eso de un "antes y después de la revolución" y pienso que de este modo nos hemos librado del fracaso y la desesperación. Creo realmente que lo que necesitamos todas, lo que requerimos absolutamente, para continuar luchando (a pesar de la opresión cotidiana de nuestras vidas) es la ESPERANZA, esto es, una visión del futuro tan hermosa y poderosa que nos impulse firmemente hacia una creación de abajo-arriba de un mundo interno y externo, ambos habitables y auto-gratificantes para todos [h]. Creo que la esperanza existe –que está en la "imagen de mujer" de Laurel, en la "valentía existencial"[29] de Mary Daly y en el anarco-feminismo. Nuestras voces distintas describen el mismo sueño, y "sólo el sueño puede hacer añicos las piedras que bloquean nuestras bocas"[30]. Mientras hablamos, cambiamos y como cambiamos, nos transformamos a nosotras mismas y al futuro simultáneamente.
Es cierto que no hay solución, individual ni de otro tipo, en nuestra sociedad[31]. Pero si somos capaces de contrarrestar este más bien deprimente conocimiento con tomar conciencia de la metamorfosis radical que hemos experimentado –en nuestras conciencias y en nuestras vidas–, acaso podamos tener el valor de continuar creando lo que SOÑAMOS, lo posible. Obviamente, no es fácil enfrentar la opresión cotidiana y mantener la esperanza. Pero es nuestra única oportunidad. Si abandonamos la esperanza (la habilidad de ver conexiones para soñar el presente en el futuro), entonces ya habremos perdido. La esperanza es la herramienta revolucionaria más poderosa de la mujer; es lo que nos damos unas a otras cada vez que compartimos nuestras vidas, nuestro trabajo y nuestro amor. Nos impulsa a salir de la recriminación en contra de nosotras mismas, la autoculpabilización y el fatalismo que nos mantiene prisioneras en celdas separadas. Si nos rendimos ahora ante la depresión y la desesperación, aceptaremos la inevitabilidad de la política autoritaria y la dominación patriarcal (“la desesperanza es la peor traición, la seducción más fría: creer al fin que el enemigo triunfará”,[32]Marge Piercy). No debemos permitir que nuestra pena y rabia se apague en la desesperanza o en semi-"soluciones". Nada de lo que hagamos es suficiente, pero, por otro lado, esos "pequeños cambios" que hacemos en nuestras mentes, en nuestras vidas, las vidas de los otros, no son totalmente fútiles ni ineficaces. Toma mucho tiempo una revolución: es algo a la vez que una prepara y vive ahora. La transformación del futuro no será instantánea, pero puede ser total… una continuum de pensamiento y acción, individualidad y colectividad, espontaneidad y organización, explayándose desde lo que hay hasta lo que puede ser.
El anarquismo proporciona una plataforma para esta transformación. Es una visión, un sueño, una posibilidad, que llega a ser "real" cuando la vivenciamos. El feminismo es la conexión que enlaza el anarquismo con el futuro. Cuando finalmente vemos esa conexión con claridad, cuando mantenemos esa visión, cuando nos rehusamos a que se nos viole la ESPERANZA, estaremos pasando el límite de la nada hacia un ser ahora apenas imaginable. La visión de mujer que es el anarco-feminismo la hemos llevado dentro de nuestros cuerpos de mujeres por siglos. "Será una lucha continua en cada una de nosotras, el parir esta visión"[33], pero debemos hacerlo. Debemos "conducir nuestra rabia como elefantes en batalla":
Somos sonámbulas incomodadas por ráfagas de pesadillas,
encerramos nuestra visión en cuartos con llave, renunciando,
encerramos nuestra visión en cuartos con llave, renunciando,
Sólo cuando rompamos el espejo y remontemos en nuestra visión,
sólo cuando seamos el viento que fluye y canta a la vez,
sólo en el sueño donde nos hagamos lanzas con nuestros huesos,
porque al fin somos reales
y estamos despiertas.[34]
Notas en letra:
[c]N.T. En el texto original aparece el nombre del cereal para niños: Pablum, hecho por Mead Jonson Company desde 1931.
[d]N.T. La autora hace un juego de palabras entre las homónofonas history, “historia”, y his-story, “la historia de él”.
[e]N.T. La autora subraya las palabras que componen el término inglés mandkind (‘humanidad’): ‘clase’, kind, y ‘hombre’, man, ‘clase de hombres’.
[f] N.T.: “to see reds”, en el texto original, sería enojarse, pero la autora también haría referencia, por el contraste con los grises, a que vio en colores, y asociaría en particular su visión al rojo revolucionario.
[g] N.T.: Background, “fondo”, “base”, también “experiencia”.
[h] Nota de la autora: Por autogratificante comprendo no sólo las necesidades en términos de sobrevivencia (suficiente alimento, vestido, cobijo, etc.), sino también las necesidades psicológicas propias (por ejemplo, un ambiente no opresivo que acoja la libertad total de elegir entre alternativas específicas, concretamente posibles).
... y notas numeradas:
[1] Emma Goldman, "Anarchism: What It Really Stands For," Red Emma Speaks, Vintage Books, 1972, p.59. [en español, “Anarquismo: lo que significa realmente”, disponible en: http://marxists.org/espanol/goldman/1910/002.htm ]
[2] Su Negrin, Begin at Start, Times Change Press, 1972, p. 128.
[3] Murray Bookchin, “On Spontaneity and Organization”, Liberation, March, 1972, p.6.
[4] Paul Berman , Quotations from the Anarchists, Praeger Publishers, 1972, p. 68.
[5] Sam Doigoff, The Anarchist Collectives, Free Life Editions, 1974, p. 27.
[6] Ibid., pp. 6, 7, 85.
[7] Daniel and Gabriel Cohn-Bendit, Obsolete Communism - The Left Wing Alternative, McGraw-Hill, 1968, p. 256.
[8]Véase Murray Bookchin, Post Scarcity Anarchism, Ramparts Press, 1974, para un análisis intuitivo de los eventos de mayo-junio y una discusión del potencial revolucionario en una sociedad tecnológica.
[9] Ibid., p. 262.
[10] Ibid., p. 250.
[11] Bookchin, On Spontaneity and Organization, pp. 11-12.
[12] Bookchin, Post Scarcity Anarchism, p. 249.
[13] Berman, p. 146.
[14] Bookchin, Post Scarcity Anarchism, p. 40.
[15] Bookchin, On Spontaneity and Organization, p. 10.
[16] 16. Margaret Atwood, "Song of the Worms", You Are Happy, Harper & Row, 1974, p. 35.
[17] 17. Mary Daly, Beyond God the Father, Beacon Press, 1973, p. 133.
[18] Cathy Levine, "The Tyranny of Tyranny", Black Rose 1, p.56. [En español, “La tiranía de la tiranía”, disponible en: http://www.nodo50.org/mujerescreativas/Cathy%20Levine.htm ]
[19]19. Temma Kaplan del Departamento de Historia de la UCLA ha hecho una investigación considerable sobre los grupos de mujeres anarquistas (en español: "Mujeres Libres") en la revolución española. Véase también Liz Willis, Women in the Spanish Revolution, Solidarity Pamphlet No. 48.
[20] Véase de Joreen "The Tyranny of Structurelessness", Second Wave, Vol. 2, No. 1, and Cathy Levine's "The Tyranny of Tyranny", Black Rose 1.
[21] Daly, p.55.
[22] Robin Morgan, conferencia en Boston College, Boston, Mass., Nov., 1973.
[23]Negrin, p. 171.
[24]Levine, p. 50.
[25]Doigoff, p. 19.
[26]Los Cohn-Bendit plantean que un error importante en París de 1968 fue la insuficiencia de tomar el control completo de los medios de comunicación, especialmente la radio y la TV.
[27] Goldman, "Syndicalism: Its Theory and Practice", Red Emma Speaks, p. 71.
[28] Laurel, "Towards a Woman Vision", Amazon Quarterly, Vol. 1, Issue 2, p. 40.
[29] Daly, p. 23.
[30] Marge Piercy, "Provocation of the Dream".
[31] Fran Taylor: "A Depressing Discourse on Romance, the Individual Solution, and Related Misfortunes" . ["Un discurso deprimente sobre el romance, la solución individual y desgracias afines”], Second Wave, Vol. 3, No. 4.
[32] Marge Piercy, "Laying Down the Tower”, To Be of Use, Doubleday, 1973, p. 88.
[33] Laurel, p. 40.
[34] Piercy, “Provocation of the Dream”.
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